¡Feliz viernes!
Como bien sabréis, el terror puede presentarse de muchas maneras. En este mismo blog, por ejemplo, hemos dado gran importancia a las «Temáticas oscuras», así que ya nos hemos acercado un poco a este género. No obstante, siempre es bueno recordar que el horror tiene muchas variantes y que algunos libros, como el que voy a reseñar hoy, no necesitan de elementos que impacten al lector como monstruos, sangre o vísceras para crear angustia. Es más, precisamente de angustia es de lo que más hablaremos gracias a Montserrat: El Mal vive en la montaña, de Noemí Hernández Muñoz. Un libro que domina la atmósfera para que sufras con los personajes y no puedas salir de las brumas de sus páginas.
Montserrat: El Mal vive en la montaña
Antes de profundizar en el argumento, hay que señalar que este libro no es una novela, sino que está compuesto por tres relatos cuyas historias se entrecruzan y que comparten un escenario en común: la montaña de Montserrat. De esta manera, cuando vamos leyendo y lo acabamos, lo percibimos como una obra plena.
Monsterrat, como de ahora en adelante llamaremos a esta obra, es breve en su extensión, puesto que la versión en papel cuenta con 125 páginas. Por lo tanto, se trata un libro que se lee rápido, aunque no solo por su extensión, sino también por la manera en la que está escrito. El lenguaje está muy bien cuidado (se nota en este punto que la autora es filóloga y profe de lengua) y, si bien no hay vocabulario complejo, sí que vamos a encontrarnos con un léxico rico que ayuda a Noemí a situarnos en la montaña y a que podamos imaginarnos todo lo que ocurre allí.

De este modo, avanzaremos sin darnos cuenta por una trama que se desarrolla bajo los diferentes argumentos en los distintos relatos (que coinciden con tres puntos de vista diferente en los que el narrador enfoca su atención en un personaje o grupo de personajes determinados) y nos daremos cuenta de que, en realidad, lo que subyace a los personajes es en realidad el verdadero protagonista. Montserrat es un libro de terror cuyo eje central no reside en ninguno de los muchachos ni personajes que se presentan, sino en la propia montaña.
Todo comienza con la llegada de un grupo de jóvenes que pretenden hacer una excursión en Montserrat y que se detienen en la abadía porque dos de ellos desean ver a la virgen conocida como «la Moreneta». Cuando uno de ellos toca la imagen, esta empieza a «llorar»; un mal augurio, puesto que, en palabras del fraile que les recibe: «La virgen siempre llora por aquellos que se pierden en Montserrat».
A pesar de las advertencias del religioso, deciden continuar con la excursión, que se verá truncada por la desaparición de uno de ellos. A partir de ese momento, intentarán buscarlo, sin ser conscientes de que la montaña tiene otros planes para ellos.
La montaña como un ente vivo

De este modo, nos adentramos en la montaña de la mano de este grupo de chavales cuyas personalidades están bien definidas y eso les llevará a sufrir antes o después la influencia de la montaña. Por una parte, tenemos a la pareja formada por Tomás y Ana, ambos con un carácter valiente y, en el caso de él, impulsivo y descreído. Marta y Lucas, la segunda pareja, son más comedidos, sobre todo, Lucas. Marta tiene algo del temperamento de su hermana Ana, pero ambos religiosos y creyentes. Al lector le resultará muy interesante ver cómo los más «débiles» son quienes sucumben antes al mal de la montaña y será testigo del desgaste de los más «fuertes».
Puro terror psicológico, amigos.
Este es el punto que más me gustó de esta obra, ya que, como ya he señalado anteriormente, el miedo que genera la lectura no viene dado por monstruos, criaturas sobrenaturales o violencia. Es la propia ambientación, el propio terreno en el que se mueven los personajes y, por ende, las deducciones, sospechas y elucubraciones de estos quienes nos generan sensación de alerta y angustia inevitables. Las descripciones y la narración se centran en todo momento en hacernos sentir lo mismo que Tomás, Ana, Marta y Lucas. En ningún momento sabemos lo que hay en la montaña, pero poco a poco empezamos a concienciarnos de que toda ella se rebela contra quienes osan quedarse en sus bosques de noche. Y nosotros mismos empezaremos a sentir «la mirada», esa percepción que te hace creer que Montserrat te observa y que, tarde o temprano, va a devorarte.
La locura, nuestro peor enemigo
Los elementos para causar terror utilizados en estos relatos que se entrecruzan son típicos del género, pero, como digo, están muy bien integrados. La presencia de la noche junto con la aparición de animales que, en un principio y en condiciones normales no nos causarían temor, como los jabalíes, es una constante en la obra. Estos, junto a los cuervos, son actores fundamentales para llevar el miedo a los personajes y al lector, ya que no actúan como se esperaría de ellos. Parece que su función es la de acosar y llevar al extremo de la paranoia y el horror a quienes se han quedado atrapados en la montaña.
Asimismo, la aparición de la bruma simboliza la llegada de lo que habita en Montserrat, esa sensación asfixiante de un ente que está en todas partes y a la vez en ninguna, pero que no deja de mirarte, esperando a que caigas. Por ello, vamos a ser testigos de cómo la razón del grupo de chavales se va erosionando poco a poco, conforme pasan las horas y se suceden las desapariciones, al mismo tiempo que descubriremos lo terrible que puede ser quedarse en ese lugar. Y cuando estás al borde de la locura, ¿Qué puedes ver? ¿Qué puedes oír? ¿Eres tú realmente quien actúa?

¿Recomiendo este libro?
No quiero decir mucho más para no destripar nada importante de la trama, así que, si deseas saber cómo se desarrolla y qué ocurre con el grupo de excursionistas en Montserrat, te animo a leer el libro. Y, en cuanto a si recomendaría su lectura, creo que has podido notar que sí, si te gusta el terror o quieres cultivarte más en este género, recomiendo esta obra porque nos enseña a pasar miedo sin necesidad de elementos recurrentes como la violencia o las descripciones horrorosas. Este libro pone en práctica el terror psicológico y, si nunca lo has sentido o no tienes experiencia con este tipo de lecturas, te recomiendo que lo leas… y compruebes si aguantas sin agobiarte.
A continuación te dejo, como siempre, ¡el enlace al libro por si te interesa leerlo!
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Ahora, dime… ¿te gusta el terror psicológico o prefieres el «visual»? ¿Has leído alguna vez este tipo de terror?
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