Carretera
No tendría que estar conduciendo, pero, por muy cerrada y oscura que estuviera la noche, se conocía esa carretera al dedillo. Para él, el único problema residía en no terminar vomitando por las innumerables curvas que descendían por ese monte, más que por la gran cantidad de alcohol que surcaba sus venas. Eran fiestas en el pueblo de al lado y por nada del mundo se las iba a perder, aunque tuviera que regresar solo a casa, a las tantas y borracho.
Tarareaba una canción de la radio, intentando concentrarse en las pocas señales luminosas del camino, cuando la luz de dos potentes faros lo deslumbró por detrás. Por suerte, pudo controlar su coche y continuar, pero por el retrovisor advirtió un gran monovolumen negro que circulaba pegado a él.
Irritado, aumentó la velocidad, pero este también lo hizo y comenzó una maniobra de adelantamiento. Entonces, viendo sus intenciones, decidió reducir para que le adelantara, pero cuando casi se había puesto a su lado, también redujo y volvió a colocarse detrás. Una de dos, o el conductor era imbécil o estaba más borracho que él. Aquellas maniobras eran muy peligrosas en una carretera descendente tan oscura y con tanta curva. Intentó ver a través del retrovisor quién llevaba ese vehículo, pero las luces apenas iluminaban hasta el mentón del conductor.
De nuevo, volvió a pegársele detrás y él repitió la maniobra. Sin embargo, harto de tanto vacile, cuando el monovolumen se echó hacia la izquierda para el adelantamiento, él redujo la velocidad, bajó la ventanilla y esperó a quedar a la par para gritarle un par de verdades a ese desgraciado.
Aunque nada salió de su garganta, pues en la ventana del copiloto se topó con una mujer pálida, sin ojos y con medio cuerpo sacado, que le sonreía de manera macabra. Perdió el control del coche y cayó por el precipicio.
.
Despertó aturdido, aunque para su sorpresa no le dolía nada. Su coche se encontraba destrozado, pero con dificultad, consiguió ascender hasta la carretera.
Al poco, un monovolumen negro se presentó ante él y le abrió sus puertas.
©2021, Verónica Monroy
Mi instagram.
La imagen utilizada para ilustrar este relato pertenece a su respectivo autor y se ha utilizado sin ninguna modificación ni con fines comerciales.
Si te ha gustado, no dudes en darle like, comentar o compartirlo. ¡Gracias por leer!
Mis Obras